La marcha del francés Thierry Breton, apartado de la Comisión por presiones de la presidenta Von der Leyen, deja la supervisión de la ley de servicios digitales, la norma europea que pretende frenar los excesos de las grandes plataformas digitales, la mayoría estadounidenses, en manos de Henna Virkkunen, una conservadora finlandesa muy alejada de su intervencionismo. Pero Virkkunen es sólo el mascarón de proa. Meta, la matriz de Facebook, la empresa de Mark Zuckerberg, ya tiene su eurodiputada, Aura Salla, empeñada a ultranza en destruir el legado bretón.
Aura Salla (Lappeenranta, Finlandia, 1984) se presentó por primera vez a las elecciones al Parlamento Europeo en 2014 por el Partido de Coalición Nacional, el partido de centro-derecha afiliado al Partido Popular Europeo. No lo consiguió. Ese mismo año se incorporó al gabinete de Jyrki Katainen, comisario europeo de Empleo, Crecimiento, Inversión y Competitividad, con el rango de vicepresidente. La Comisión Juncker empezaba a curar las heridas de la crisis financiera de 2008-2012 y Salla daba sus primeros pasos en Bruselas en un puesto a las órdenes de Juho Romakkaniemi, el discreto e influyente jefe de gabinete de Katainen. Salla pasó solo dos años trabajando para Katainen, antes de incorporarse en 2016 a la unidad de estrategia del presidente Jean-Claude Juncker, donde permaneció hasta el final del mandato del luxemburgués.
En 2019 volvió a intentar ser elegida eurodiputada, pero volvió a perder el tren. En la Comisión, trabajó en temas como ciberseguridad, amenazas híbridas, desinformación e injerencia electoral. Cuando dejó su puesto en 2020, se incorporó tres meses después a la oficina en Bruselas de Meta, la empresa matriz de Facebook. Salla no esperó a la preceptiva aprobación de la Comisión Europea para pasar al sector privado en tan breve espacio de tiempo, pero el ejecutivo europeo, como casi siempre, aprobó su traslado al no ver conflicto de intereses entre sus responsabilidades en la Comisión y los intereses de su nuevo empleador.
Durante tres años, Salla trabajó como jefa de lobby de Meta en Bruselas, a cargo de casi 40 empleados. Para el sitio web Político, era «la mujer de Zuckerberg en Bruselas». En abril de 2023, abandonó la burbuja bruselense, donde había conocido y se había casado con el diplomático finlandés Turo Mattila (la pareja tiene dos hijos), tras ser elegida diputada por la circunscripción de Helsinki en la lista de su partido, la Coalición Nacional. Poco más de un año después, el tercer intento fue el acertado: fue elegida diputada al Parlamento Europeo. Apenas ha pasado un año y medio desde que dejó Meta y ya está de vuelta en Bruselas.
Aura Salla, sargento en la reserva de la Fuerza Aérea finlandesa, ha pasado gran parte de su breve mandato en el Parlamento Europeo defendiendo los intereses de las plataformas tecnológicas, en particular Meta, su empleador hasta marzo de 2023. El 17 de julio, pocos días después de asumir su cargo en el Parlamento Europeo, utilizó su cuenta en X para denunciar las obligaciones impuestas a las plataformas por las normas de la UE sobre inteligencia artificial. El 13 de agosto atacó al comisario Thierry Breton, criticado por enviar una carta al jefe de X, Elon Musk, advirtiéndole de que no difundiera contenidos nocivos antes de una entrevista en directo con el candidato republicano Donald Trump. El 17 de septiembre, declaró al programa Newstalk de la BBC que el enfoque de «muñeca vudú» de Breton para hacer cumplir la Ley de Servicios Digitales había sido «impulsado, no por las pruebas, sino por sus sentimientos personales».
El 18 de septiembre, Aura Salla tuvo su primer momento de gloria en el Parlamento Europeo. Era la primera vez que hablaba en el pleno de la cámara de Estrasburgo, y en dos minutos soltó una joya que podría haber sido pronunciada por cualquier buen lobista que trabaje para las grandes plataformas tecnológicas: «Politizar la aplicación de la Ley de Servicios Digitales (DSA) es algo increíblemente peligroso».
La DSA está concebida para reforzar los derechos de millones de europeos frente a los riesgos sistémicos. No es un instrumento de censura. Tommaso Valletti, catedrático de Economía del Imperial College de Londres y antiguo economista jefe de la Dirección General de Competencia de la Comisión, se preguntaba la semana pasada en X si no había llegado el momento de hablar de los conflictos de intereses de los políticos y recordó que Salla, que ahora defiende a las plataformas tecnológicas frente a las acciones de Breton, fue en su día empleada de una de ellas. Salla acusó a Breton de trabajar no por el interés europeo, sino por el de la industria francesa.
Breton se marchó. En su lugar, Macron nombró a Stéphane Séjourné, pero aunque su vicepresidencia es similar, sus competencias no lo son exactamente. El francés pierde el control de la aplicación de la Ley de Servicios Digitales en favor de la colega de Salla, la eurodiputada finlandesa del Partido Popular Europeo Henna Virkkunen, que ha sido nombrada vicepresidenta ejecutiva de Soberanía Tecnológica, Seguridad y Democracia.
En la página web de la Comisión Europea, donde nada se deja al azar, Henna Virkkunen figura debajo de la socialista española Teresa Ribera, número dos de facto de la Comisión para el segundo mandato de Von der Leyen. La alemana parece dar a entender que la finlandesa sería la número tres, aunque las competencias del francés Séjourné sean más importantes.
La carta de misión de Von der Leyen a Virkkunen es esclarecedora. Los años de Breton y las relaciones conflictivas con los patrones de las grandes plataformas como Elon Musk o el propio Mark Zuckerberg, parecen haber pasado a mejor vida. La misiva habla de ciberseguridad, de competitividad digital, de alcanzar los objetivos digitales europeos para 2030, de fomentar la innovación en inteligencia artificial o de semiconductores, pero hay que irse hasta el párrafo noveno del capítulo de tecnologías digitales para encontrar una referencia al Acta de Servicios Digitales.
Virkkunen llega con la lección aprendida tras su trabajo de estos últimos años en el Parlamento Europeo. Entre sus primeras decisiones estarán las de seguir con los casos abiertos contra X y Meta por supuestas violaciones del Acta de Servicios Digitales, que podrían llegar a la imposición de multas equivalentes al 6% de sus ingresos globales. O la de cerrar esos casos. Su compatriota y compañera de partido, empleada de Meta hasta marzo de 2023, no aparenta estar de acuerdo con esas investigaciones, a la luz de sus palabras en el Parlamento Europeo. Virkkunen también deberá impulsar o frenar la decisión de que el canal de mensajería Telegram sea sujeto a supervisión más estricta como aplicación del Acta de Servicios Digitales. Salla dejó claro ante la Eurocámara que eso equivaldría a censura y que llevarlo a cabo crearía una UE orwelliana. El hábito hace al monje, suele decirse. Los próximos meses nos dirán si Virkkunen, de alguna forma, sigue los pasos de Breton o si escucha las indicaciones de su compatriota, compañera de partido y hasta antes de ayer lobista de Meta convertida en eurodiputada.
Virkkunen ya está en el punto de mira del Grupo Socialista. El eurodiputado francés Pierre Jouvet ha denunciado la decisión de Von der Leyen de confiarle los asuntos digitales. «Úrsula von der Leyen ha decidido que el próximo comisario europeo responsable de asuntos digitales se llame Elon Musk (...) La presidenta de la Comisión ha aprovechado la debilidad política de Emmanuel Macron para imponer un comisario servil a los grandes capos del sector digital», ha acusado durante una intervención en el pleno tras la presentación de la nueva comisión. La comparecencia de Virkkunen ante el Parlamento Europeo se presenta difícil tras esta salva de críticas.
Conocí bastante bien el tema del lobby o grupos de presión en el Parlamento Europeo hace unos 15 años. Estaban por todas partes.